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Los retos pendientes del bicentenario

Los retos pendientes del bicentenario
Por Víctor M. Belleza de la Roca, ingeniero agrónomo, egresado de la Universidad Nacional Agraria La Molina, con post grado en la Universidad Complutense de Madrid, ha trabajado con poblaciones víctimas de la violencia política entre los años 1990- 2000 y niñez vulnerable en Ayacucho y otras regiones del Perú, coordinando ONG y colectivos ciudadanos a nivel nacional y regional. Actualmente se desempeña como miembro del Consejo Directivo de World Vision Perú y es consultor independiente en planeamiento estratégico, políticas públicas, gestión de data y marketing político.

Ayacucho es un referente histórico en la vida nacional. Desde la aparición de los primeros pobladores en Pikimachay (15,000 a.C.); la cultura Warpa (siglos II a V d.C.); el Imperio Wari (siglos VII a XII d.C.); el Estado Chanka (siglos XIII a XV d.C.); la fundación de San Juan de la Frontera de Huamanga (1539) y de la Universidad San Cristóbal de Huamanga (1677); la batalla de Ayacucho (1824); y, su contribución en la pacificación del país (años 80 y 90), Ayacucho ha aportado identidad, cultura, arte, economía, libertad y pacificación. Los retos que nos deja el bicentenario son múltiples. Luego de haber sellado la independencia del Perú e hispano américa y haber gestado la pacificación del país, Ayacucho sigue rezagado en la agenda nacional a pesar de su importancia histórica, económica, cultural, política y social. En la actualidad (2023), Ayacucho representa apenas el 1.1% del PBI nacional.

El reto de la formalización y el crecimiento

En el reciente Foro APEC 2024 se adoptó la “Hoja de Ruta de Lima para Promover la Transición a las Economías Formales y Globales (2025-2040)”, la cual guiará a la región de la APEC hacia una transición sostenible de los actores económicos pertinentes de la economía informal a la formal. Para el país este acuerdo es de suma importancia. La informalidad, medida usualmente por la tasa de informalidad laboral, alcanzó el 73.9% del empleo para el año 2023 en el Perú, según el Observatorio de PRODUCE.

Según el Observatorio de PRODUCE, en Ayacucho, dicha tasa alcanzó al 87.1% del empleo, que abarcó 356 mil empleos informales. El 56.2% de los empleos informales fueron cubiertos por hombres y el 43.8% por mujeres. El sector económico con mayor participación de informalidad laboral es el agropecuario (54.5%), seguido de servicios (20.2%) y comercio (13.1%).

La informalidad laboral varía según el tamaño de empresa. Al 2023, el Observatorio registraba 32,128 empresas. El 96.6% de las empresas lo constituyen las microempresas y el 3.1% las pequeñas empresas. En suma, el 99.7% de empresas en la región lo constituyen las micro y pequeñas empresas. En las microempresas la informalidad laboral alcanza el 96.0% del empleo, lo cual representa 257 mil empleos informales; en las pequeñas empresas, la informalidad laboral alcanza el 88.3% del empleo y representa 17 mil empleos informales. En las medianas y grandes empresas la informalidad laboral alcanza el 45.0% y 25.3%, respectivamente.

Las cifras de empleo en el sector privado dan una idea del impacto de la informalidad laboral: Solo un 9.4% está afiliado a un seguro de salud y un 15.1% a un sistema de pensiones.

El reto de la seguridad para los negocios

Sin embargo, la formalización y crecimiento de las micro y pequeñas empresas no es suficiente. La amenaza de la inseguridad ciudadana constituye un serio riesgo para el sector empresarial. Las desafortunadas declaraciones del gobernador Oscorima respecto que “no hay problemas de inseguridad en Ayacucho, todo está tranquilo”, contrastan con las cifras. Según el Sistema de Denuncias Policiales – SIDPOL, las denuncias por todo tipo de delitos muestran una tendencia creciente entre los meses Ene-Oct de 2018 a 2024. Una tendencia más creciente se observa en las denuncias de delitos de estafas y extorsiones, delitos vinculados al sector empresarial.

El fuerte incremento de las extorsiones en el sector de micro y pequeñas empresas está afectando la economía de miles de familias emprendedoras. Muchos pequeños negocios se ven obligados a cerrar temporal o definitivamente sus negocios ante la imposibilidad de afrontar las extorsiones. La incapacidad del gobierno en sus diferentes niveles crea un clima de negocios de alto riesgo para las micro y pequeñas empresas, como para los futuros emprendimientos.

El impacto de la inseguridad ciudadana focalizada en el sector de micro y pequeñas empresas todavía no ha sido medida en términos de la creación de nuevas empresas y de nuevos puestos laborales. Al generarse un sobrecosto en las operaciones de las micro y pequeñas empresas, lo más probable es que ello termine influyendo en el incremento del empleo informal, la menor contratación de nuevos empleos, la reducción de salarios y la reducción de empleos, entre otros.

Sin embargo, en Ayacucho la inseguridad ciudadana es percibida por 8 de cada 10 pobladores de 15 y más años, mostrando una tendencia al alza hacia el año 2023. Una tendencia al alza que preocupa más es porcentaje de pobladores de 15 y más años que ha sido víctima de algún hecho delictivo; entre el año 2021 (17.1%) y primer semestre de 2024 (30.1%) se reporta un incremento de 13 puntos porcentuales. A ello debemos añadir la caída de confianza en la policía de 14.7% el año 2020 a 10.7% el primer semestre de 2024. Dichas cifras generan una preocupación en el abordaje de la inseguridad ciudadana, la misma que viene acompañada de denuncias de corrupción e inconducta funcional al interior de la entidad policial.

Una reciente encuesta de Datum sobre seguridad ciudadana da cuenta de la baja popularidad que gozan la policía nacional, la fiscalía y el poder judicial; es decir, el sistema encargado de combatir la inseguridad ciudadana.

El reto de la productividad y educación

La productividad está asociada a múltiples factores, una de ellas, y quizás la más importante, sea la educación. El promedio de años de escolaridad de la población entre 25 y 64 años parece reflejar no solo la productividad, sino también el nivel de bienestar alcanzado por la población.

Según las cifras de ESCALE – MINEDU, el promedio de años de escolaridad a nivel nacional fue de 10.4 años para el 2023. Las regiones con mayor promedio de años de escolaridad son Lima Metropolitana (11.8), Moquegua (11.7) y Arequipa (11.5) Por el otro extremo se encuentran Huánuco (7.9), San Martín (8.2) y Cajamarca (8.3). En Ayacucho el promedio es de 9.2 años, lo cual significa que se ubica apenas en el primer año del nivel secundaria.

Otra cifra que reporta ESCALE – MINEDU es la distribución de la población con edades 25-34 por máximo nivel educativo logrado (% del total). Según este indicador, 2 de cada 10 pobladores ha alcanzado un nivel de educación superior (20.2%), en tanto que el promedio nacional es 3 de cada 10 pobladores (29.8%). Moquegua exhibe el mejor porcentaje (48.2%); en tanto Loreto, el peor (17.1%).

El Según cifras del Ministerio de Trabajo5 del 2023, el nivel educativo de los trabajadores del sector privado influye en el promedio de remuneración mensual bruta. Así, un trabajador con educación superior universitaria completa y titulado en el distrito de Ayacucho tiene una remuneración promedio de 2,944 soles, cifra que contrasta con un trabajador del distrito de Ilo que es de 3,628 soles.

Por otro lado, la calidad del promedio de años de escolaridad se refl eja en los aprendizajes. Según la Unidad de Medición de la Calidad de Aprendizajes – UNC, Ayacucho está ligeramente por encima del promedio nacional en Lectura y Matemática para el segundo año de secundaria; sin embargo, está a 14.8 puntos porcentuales de Tacna en Lectura y a 15.6 puntos porcentuales en Matemática.

La combinación de estos indicadores educativos nos aproxima a la escasa capacidad productiva de un empleado promedio, lo cual viene asociado a su nivel remunerativo. Desde la perspectiva de brechas, independiente de la capacidad productiva, una mujer en el Perú gana en promedio el 81% de la remuneración de un hombre. Asimismo, un joven de 15 a 29 años gana en promedio el 59% de lo que percibe un adulto entre 30 y 65 años.

Recomendaciones

Respecto de la informalidad laboral, en el marco de la “Hoja de Ruta de Lima”, la Región debe insertarse de manera prioritaria en la implementación de políticas y programas orientados a la transición de la informalidad a la formalidad; pero añadido a ello, promover el crecimiento de las micro y pequeñas empresas. Entre las áreas clave transversales, es de destacar la medida “D. Desarrollar una fuerza laboral calificada mediante el acceso inclusivo a la educación, la creación de capacidades y el empleo”, tomando en consideración políticas de mediano y largo plazo enfocadas en los temas señalados.

Con relación a la seguridad ciudadana, se deben articular esfuerzos para priorizar la labor de inteligencia operativa para enfrentar el crimen organizado detrás de las extorsiones, así como hacer un trabajo articulado de la policía, el serenazgo y las micro y pequeñas empresas. Las cifras reportadas desde el ingreso del ministro Santibáñez (abril de 2024) generan dudas respecto de su veracidad si lo contrastamos con las tendencias. Por otro lado, los indicadores regionales de inseguridad ciudadana no pintan un buen panorama respecto de la percepción de inseguridad y la victimización de algún hecho delictivo (ambos en alza), así como de la escasa confianza en la policía (en baja). Si a ello le añadimos las denuncias de corrupción al interior de la entidad policial y la baja aceptación de los principales actores del sistema que debe combatir la inseguridad ciudadana (policía, fiscalía y poder judicial), debemos exigir una mayor preocupación y acción de parte de las autoridades del gobierno nacional, regional y local.

En cuanto al papel de la educación para incrementar la productividad de las empresas se deben orientar esfuerzos para incrementar el promedio de años de estudios de la población en edad de trabajar, así como la calidad de la educación por su impacto en la productividad y remuneración de los empleados. Igualmente se deben desarrollar esfuerzos para disminuir el abandono, retiro y atraso escolar por su impacto negativo en el promedio de años acumulados de estudios. Asimismo, se deben redoblar esfuerzos para incrementar el nivel de logro satisfactorio en el nivel secundaria ya que todas las ganancias de logro de aprendizaje en el nivel primaria se pierden en secundaria. Los menores logros de aprendizaje, su proximidad a culminar la educación básica regular y las desigualdades del mercado laboral para los jóvenes constituyen retos educativos.

Todo esfuerzo de articulación, suma de voluntades y compromiso es necesario para alcanzar éstos y otros retos que nos plantea el Bicentenario de Ayacucho. Los gobiernos, las empresas, la academia y la sociedad civil tienen el deber de afrontar estos retos si queremos soñar con una región más próspera, inclusiva y equitativa.

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