Las cooperativas en el Perú
Por Víctor Chati Pérez, gerente general de la Cooperativa Los Andes.
El gobierno peruano, a través del Ministerio de la Producción (PRODUCE), ratificó su compromiso de fortalecer y promover un entorno favorable para el desarrollo de las cooperativas en el Perú. Además, afirman que las cooperativas son organizaciones esencialmente de inclusión económica, social y financiera, especialmente en las zonas rurales del país. Sin embargo, más allá de lo descrito ¿Qué tan reales y efectivos son estas afirmaciones?
Según lo mencionado, estos compromisos y afirmaciones suelen quedarse en un plano de intenciones; solo quedan en anuncios gubernamentales, y no hay una voluntad política, ni atención a las necesidades de las cooperativas, menos a su promoción como instrumento eficaz en la lucha contra la pobreza y la exclusión social.
Datos de la SUNAT a diciembre de 2023, muestra que existen más de 2,644 cooperativas registradas. De estas, el 35% son agrarias, el 26.1% de ahorro y crédito, y el 22.8% de servicios especiales y múltiples. Las cifras reflejan una realidad del movimiento cooperativo que se posiciona mayormente en espacios rurales en el que existe una necesidad real de pobladores y sus comunidades.
Las cooperativas enfrentan serias dificultades, como la ausencia de un marco normativo que sea la expresión de la esencia y naturaleza del sistema cooperativo; además, requieren asesorías y capacitaciones de carácter administrativo para su desempeño óptimo y adecuado en sus funciones y sus fines. Asimismo, tiene necesidades de acceder a fondos y garantías de créditos que administra la Corporación Financiera de Desarrollo S.A. (COFIDE) y otros fondos financieros mediante el Fondo Agroperú del MIDAGRI, administrado por el Banco Agro[1]pecuario – Agrobanco, que ofrece líneas de crédito para capital de trabajo a cooperativas agrarias, quiere decir, para los productores agropecuarios, principalmente de zonas rurales. Estos requerimientos suelen ser en gran medida ignorados gracias a las priori[1]dades que tiene el Estado, respecto al sistema bancario, lo que nos mantiene en un ciclo de estancamiento en la actualidad.
La realidad del cooperativismo en el Perú, es aún más preocupante, porque los mismos directivos y funcionarios ligados a la gestión de las cooperativas de las diferentes tipologías, exhiben la absoluta ausencia de la educación cooperativa. Es decir, quienes de una u otra forma están comprometidos en la gestión cooperativa, no muestran su interés por la enseñanza del cooperativismo, de la doctrina cooperativa, la filosofía, la historia y la economía del cooperativismo, como base teórica de un sistema alternativo que permite superar la pobreza, contribuyendo a la construcción de una sociedad más justa y equilibrada. Entendiendo que la educación cooperativa es el proceso de aprendizaje de los valores y principios cooperativos, así como el AYNI y la reciprocidad.
La falta de educación cooperativa, deja a las cooperativas sin un respaldo ideológico – doctrinario necesario para su consolidación, asimismo las priva de la capacidad para desarrollar una visión común y una gestión estratégica que promueva el desarrollo integral de sus socios, sus familias y su comunidad. Sin esta formación, las cooperativas se ven limitadas en su capacidad para ofrecer soluciones efectivas a los problemas socioeconómicos, contribuyendo a la perpetuación de la pobreza y la desigualdad.
Esta situación refleja la responsabilidad también del Estado. La implementación de la educación cooperativa en el sistema educativo nacional podría ser una estrategia clave para revertir diversas problemáticas. La enseñanza de los principios cooperativos desde la educación básica hasta niveles superiores, beneficiaría a los miembros de las cooperativas y contribuiría a crear una cultura de cooperación y solidaridad en la socie[1]dad en general. Invertir en educación cooperativa sería, por lo tanto, una inversión en el fortalecimiento de las cooperativas como agentes de desarrollo económico y social en el país.
Asimismo, significa un desafío para los cooperativistas, con el fin de fortalecer la educación cooperativa a través de los comités de educación, cuya responsabilidad principal es promoverla. Estos comités no deben limitarse a ser órganos meramente decorativos, que en ocasiones se reducen a celebraciones organizacionales de ejecutivos o directivos. La debilidad en la gestión estratégica y operativa de las instituciones cooperativas, genera consecuencias no solo en la solidez o solvencia de las cooperativas, sino también una dispersión orgánica; es decir, los procesos de integración cooperativa no existen, a pesar de su gran importancia, limita la capacidad de defensa de los intereses de las cooperativas.
Por lo tanto, la solución clave a este desafío es la implementación de la educación cooperativa, que debe ser entendida como un proceso continuo y sistemático para formar tanto a los socios como a los directivos en principios y valores que fortalezcan las bases de la cooperativa. En este sentido, el Instituto de Formación Cooperativa y Ambiental – INCOOP, una iniciativa de la Cooperativa Los Andes en el Perú, ha desarrollado un programa de formación y capacitación que tiene como objetivo fortalecer la gestión y operatividad de las cooperativas, dirigido a socios y directivos de la cooperativa, que integra módulos que abordan temas clave como los roles y funciones de los directivos, así como la importancia de sus derechos y obligaciones, que no solo permiten una comprensión más profunda de los principios cooperativos, sino que también contribuyen a la mejora de la gestión interna y al fortalecimiento institucional. Además, se diseñaron cursos especializados para el personal ejecutivo, abordando módulos como Doctrina Cooperativa, Administración Cooperativa, Tecnología Crediticia y Finanzas Cooperativas. Estos cursos permiten a los colaboradores adquirir herramientas prácticas y conocimientos fundamentales para el desempeño de sus funciones, mejorando notablemente la calidad de atención al socio y dirección en los equipos que lideran.
Es crucial que los líderes de las cooperativas tomen su parte en la educación y formación cooperativa, a fin de mejorar sus sistemas administrativos y consolidarse con solvencia económica y financiera.