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CARNAVALES, UN BALANCE NECESARIO

CARNAVALES, UN BALANCE NECESARIO
Por Carlos Condori, antropólogo y periodista ayacuchano.

Oficialmente, ha concluido el carnaval y, desde ayer miércoles de ceniza, ya viviríamos, de acuerdo a la tradición cristiana, 40 días de guarda hasta la Pascua de la Resurrección . Hace 50 o 60 años, ni siquiera se podía tararear los carnavales, porque los tiempos ya eran de reconocimiento, por todo lo que sucedió en los días de carnaval. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, esta historia ha ido cambiando de manera radical, puesto que los carnavales, en muchos casos, especialmente los acontecimientos que han ido adquiriendo fama, como la Tinya de Oro, Vencedores de Ayacucho y los Pukllay de Andahuaylas, pueden prolongarse inclusive a fechas muy próximas a la Semana Santa.

Carnavales, que ya adquieren otra connotación, pero que comprometen a espacios y círculos sociales menores. Ya el gran carnaval ha confluido con toda la algarabía y alegría que involucra a grandes masas de ciudadanos, hombres y mujeres por igual, que derrochan fuerza, vitalidad también recursos económicos. Cientos, miles se han trasladado a diferentes lugares para volver junto a los suyos en esta expresión de alegría y reencuentro, en un mundo donde muchos de los que estuvieron ya no están.

Estos carnavales han encontrado autoridades e instituciones en la voluntad de poner orden a todo lo que podría acontecer, y se ha logrado de algún modo, con un dinamismo mayor y la participación de actores sociales. No todo ha sido un orden absoluto, pero se ha logrado un antecedente importante, por ejemplo, en la limpieza y la ubicación de las tribunas para las personas que deseaban observar el colorido del carnaval. En este último caso, sería bueno tener la transparencia del proceso en la rendición económica, que haga del ciudadano un actor de confianza. En suma, los carnavales nos dejan con un saldo positivo y una alta incidencia de visitantes, que, siendo mayoritariamente nuestros, también comienzan a venir otros ciudadanos.

Las diversas comparsas y agrupaciones del centro y norte de Ayacucho están presentes, con todo el esfuerzo para tratar de presentar lo mejor, desde atuendos y canciones, aprovechando todos los escenarios, campos deportivos e instituciones educativas, ocupadas para los ensayos necesarios.

Es importante un equilibrio a todo nivel, exigiendo también que el carnaval ayacuchano sea parte de los carnavales más representativos del país, en los que estamos ausentes en plataformas oficiales que solo registran a Cuzco, Juliaca, Arequipa, Cajamarca y Catacaos, y no Ayacucho. Esto significa una mayor incidencia de instituciones como DIRCETUR y las agencias de viajes ante el ministerio del sector.

Cada vez, se muestra un carnaval de todas las sangres, pero que debe encontrar mayor consideración e integración, buscando trascender en espacios interregionales más amplios , lo que lo haga único y nos permita avanzar en mejorar la riqueza cultural y el turismo. Los grupos promotores de concursos deben tener algún nivel de calificación y fiscalización para la salvaguarda de la cultura, y ser fuente de mayor valor y no únicamente de competencias con réditos económicos para sus promotores.

En resumen, hay carnavales con resultados positivos que deben obligar a todas las instituciones participantes a un necesario equilibrio, no solo con juicios subjetivos, sino con evidencias de lo poco o mucho que se puede avanzar , preparándonos para la próxima Semana Santa , que por tercer año tendrá la connotación de patrimonio cultural de la nación, situación que durante años se le había negado, pese a su condición única en el país y probablemente en Latinoamérica.

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