MALESTAR QUE CRECE EN AYACUCHO
El país en general está movilizado hoy, por la seguridad ciudadana, que es una gran preocupación que recorre todas las esferas sociales. Algo que, no tiene antecedentes, dado que la movilización, la protesta, siempre, o casi siempre, fue de hegemonía de organizaciones gremiales, laborales. Ocurría, lo que parecía una paradoja; eran los gremios que al menos en teoría gozaban de estabilidad laboral, los que exigían mejora en sus condiciones de trabajo.
Fueron durante décadas, los principales protagonistas de las grandes protestas nacionales, que inclusive terminaron en acontecimientos de gran repercusión política, cuando, por ejemplo, con la paralización nacional del 19 de julio de 1979, obligaron al gobierno militar de Morales Bermúdez al retorno a la democracia, institucionalizada en el país. El costo para los trabajadores, fue muy alto, que aproximadamente cinco mil de ellos, quedaron en la calle, pero que la contundencia de la demanda, generó una demanda política esperada, la vuelta de los militares a los cuarteles. Aun se recuerda esa fecha memorable.
Hoy la historia, no va precisamente por los mismos protagonistas de siempre, con la CGTP a la cabeza, sino desde organizaciones de transportistas, que se convierten en articuladores de demandas ciudadanas, que convoca a trabajadores informales, pequeñas bodegas de barrio y colectivos de asentamientos.
Este malestar no sólo es nacional, sino que se reproduce con sus propias particularidades en regiones como Ayacucho, en la que al margen del Frente de Defensa y otras organizaciones que siempre animaron demandas reivindicativas, tiene a pobladores de asentamientos humanos de las cuatro zonas o conos de la ciudad en una acción organizativa, alrededor de un Frente de Organizaciones Sociales Macro Regionales de Ayacucho. Esta naciente organización agruparía a representantes de un sector social dinámico con capacidad de movilización, que fue su principal fortaleza, para demandar atención de las autoridades en su largo proceso de asentamiento.
Esta situación, que se traduce en organización, reclama saneamiento básico, que increíblemente en el Bicentenario, tiene a casi un 40% de los asentamientos de Huamanga, privados de agua y desagüe. Una demanda que lleva años, pero que, a la información disponible, no se cuenta con un expediente técnico y, lo que es peor, siquiera un terreno para la construcción de la infraestructura. Esta situación es casi de desesperación en una ciudad que en el último periodo censal ha incrementado su población en más del 10%, pasando del 35 al 45% de los habitantes de la región y, con todas las provincias trasladándose a la capital, Ayacucho.
Situación que se suma al estado de las carreteras, como el caso de la Libertadores, que mejora en algo a base de parches, pero que se pudo hacer hace tiempo. Las instalaciones de gas a domicilio, que en el bicentenario tenía que ser el orgullo de los ayacuchanos.
Una realidad, que obligará en los próximos días y semanas a demandas hacia el ejecutivo nacional, que, de no ser atendidas en la medida de las exigencias, podría ponernos en las mismas condiciones de Junín a poco, de los Juegos Bolivarianos y, el hecho histórico más de importante del Perú y Latinoamérica, la Batalla de Ayacucho.
Al parecer todo se calienta, en unos más que otros, a la cercanía de acontecimientos trascendentales.
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