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AYACUCHO EN LIMA: Carnaval que moviliza y afirma

AYACUCHO EN LIMA: Carnaval que moviliza y afirma

Los años de la violencia, particularmente entre los años 80 y 90, fueron de gran expulsión de los ayacuchanos sobre todo a la capital del país. La violencia, hacía que los pueblos, abandonaran sus lugares hacia distintos destinos, las capitales de distritos, provincias, la capital Huamanga y, los que tenían familiares, paisanos, hacia la Lima. Fueron los años, en las que la población de Ayacucho, como no había ocurrido anteriormente y tampoco sucedía en los departamentos, había declinado en su población. La única provincia que creció, según el censo del año 1983, era Huamanga, como provincia capital de Ayacucho. Todas las demás provincias y distritos de Ayacucho disminuían su población y, gran parte se trasladaba a otros lugares.

Los principales destinos de ocupación ayacuchana, resultaban siendo distritos como San Juan de Lurigancho, Ate – Vitarte. Fue en aquellos años, en que se constituían asentamientos humanos como Huanta 1, Huanta 2 que acogían ayacuchanos, que enfrentaban una nueva historia de vida. Primero, cercano a familiares, paisanos, para luego abrirse paso de manera independiente. “Las historias fueron diversas, muchas veces no se tenía a dónde ir. Los familiares te acogían, pero con el tiempo, tenías que buscar tu propio destino”, dice un viejo ayacuchano. “Encontrabas ayacuchanos en diversos lugares, muchas veces en abandono”, señala Mario Quintanilla, ex presidente del FEDIPA, la organización de los ayacuchanos, constituida hace 40 años, en 1984.

LOS ENCUENTROS Y REENCUENTROS

Si bien, había que abrirse paso en la vida de manera independiente, con la familia, los hijos menores normalmente, siempre se encontraba espacios de encuentros familiares en fechas especiales, cumpleaños, fiestas patronales, problemas de salud o, los mismos trabajos solidarios para ayudarse en habilitar lugares de vivienda.

“Nunca nos abandonamos. Siempre estaba la familia para todo, en las buenas y en las malas, siempre juntos. Cuando no había familia, habían paisanos, sino eran de tu pueblo, eran de otros, pero teníamos los mismos problemas”, señala un ayacuchano que migró en los primeros años del 80.

Otros, recuerdan, que no podían olvidar sus pueblos, porque allí quedaban sus padres generalmente, “porque había que regresar y, las fechas especiales, eran las más oportunas. Esas fechas, eran las fiestas patronales. Allí venía el recuerdo de nuestros padres, de nosotros mismos, cuando éramos niños, la vida que pasábamos”. Mientras otro recuerda, “que aquellos que no regresaban al pueblo, poco a poco iban juntándose con los paisanos que ya estaban asentados en Lima y revivíamos lo que pasaba en el pueblo. Poco a poco, muchas veces, con dificultades, nos íbamos integrando”. Recuerdos, siempre latentes en muchos ayacuchanos que migraron los años difíciles de la violencia.

PRIMERO LA TINYA DE ORO

Los encuentros y reencuentros, que normalmente, era una respuesta a situaciones difíciles, prácticamente una resistencia, se multiplicaba, en un contexto de exclusión, discriminación, porque los migrantes de los años 80, 90 fueron sobre todo de los pueblos internos de Ayacucho, poblaciones quechua hablantes, que tenían sus propios rasgos culturales, no solo en el habla, sino también en la vestimenta, la comida, las canciones y las costumbres de sus pueblos.

“Los huamanguinos, procedentes de distintos distritos, nos juntamos. Muchos ya teníamos residencia en Lima, ya asentados de algún modo, veíamos todas las dificultades que atravesamos, sobre todo en el trabajo. Todos nos miraban con recelo y sobre todo sospecha, que nos llevó a juntarnos. Descubrimos, que ese juntarnos podía ser mayor a través de los carnavales. Así, surgió primero entre los huamanguinos, la Tinya de Oro”, recuerda Julio Aguilar, quien fue presidente de los huamanguinos organizados en Lima, en la FIPHA y, luego también de FEDIPA, la organización de los ayacuchanos.

Así, los carnavales, ayacuchanos, iniciaban primero en lugares amplios como la avenida Colonial, para luego ganar la Plaza de Acho y otros escenarios mayores como el estadio nacional o el estadio de la Universidad de San Marcos.

LOS VENCEDORES DE AYACUCHO, UNA NUEVA HISTORIA

Los reencuentros de carnavales, no podían ser solo a nivel de distritos o de una sola provincia, sino a nivel de todo Ayacucho. “Siempre se encontraban ayacuchanos de distintas provincias; también, se tenía a personas con iniciativa, liderazgo, que daban ideas, impulsaban, motivaban, así es que se pasó a los Vencedores de Ayacucho, que agrupaba primero a las provincias del norte, más dinámicos y luego a los del sur. Ahora, son 35 años de toda esta historia y, nos sentimos sumamente orgullosos”, refiere un ex presidente de la FEDIPA.

Pero, no se quedaron únicamente con los “Vencedores de Ayacucho”, como se denominaba el carnaval de todos los ayacuchanos, sino que, a nivel de cada provincia, también se impulsaron carnavales previos al gran encuentro departamental. Surgió, la “Quena de Oro”, que convoca hasta hoy a los residentes de Vilcashuamán, en la Plaza de Acho; el “Qory Charango” que convoca a los fajardinos; la “Huaraca de Oro” a los cangallinos; “Campanilla de Oro” a los lamarinos.

“Todas las provincias juntas, ya somos otra cosa y cada día somos aún más, aunque los medios de comunicación no nos prestan la atención. Somos un gran pueblo, que vive y estamos dispuestos a todo”, señala el actual presidente de la FEDIPA, Mariano Palomino.

VENCEDORES DE AYACUCHO, VERSIÓN 2025.

Cómo todos los años, con los permisos del caso, los ayacuchanos,C con vestimentas multicolores, ganaron toda la Plaza San Martin, cantando y bailando en grupos provinciales, para luego trasladarse en una gran caravana hacia la Plaza de Acho, atravesando Nicolas de Piérola y la avenida Abancay. Una presencia que paraliza todo, porque no es un domingo cualquiera, es un domingo de los ayacuchanos que llegan orgullosamente hasta la Plaza de Acho.

Todo se va abarrotando, cada uno va ganando sus posiciones. Esta vez, el ingreso es de 50 soles y cada provincia tiene 500 pases para sus actores; pases que algunas federaciones como la de Vilcashuamán, la Mar, Cangallo, venden a sus actores a precios simbólicos, para fondos de su organización.  “Nosotros, los de la FEDIPA, entregamos un dinero a cada federación provincia, que lo solicite, para que se organicen y hagan una buena presentación; para el mismo día tienen sus respectivos pases y, finalmente, los ganadores tienen sus premios, del primero hasta el cuarto lugar de 10, 8, 6 y 4 mil soles respectivamente y, los demás, un premio consuelo por su participación de 2 mil soles”, señala Rubén Infanzón, cangallino, contador público de profesión y árbitro internacional de vóley y tesorero de la FEDIPA.

En dos horas, luego del arribo de las delegaciones, se abarrota completamente el escenario histórico de la Plaza de Acho, teniendo en el palco principal al empresario ayacuchano Carlos Añaños, el presidente de la FEDIPA Mariano Palomino; Mario Quintanilla ex presidente, el alcalde de la provincia de Vilcashuamán Maximiliano Córdova; la regidora de cultura de la Municipalidad de Lima; el gerente de la Municipalidad del Rímac, entre otros. Todos ellos, destacan la magnitud del certamen; la unidad de los ayacuchanos, la participación de miles de jóvenes y la cultura viva, que derrochan los ayacuchanos, que se sienten orgullosos de ser de la tierra histórica de la libertad.

LOS VENCEDORES PUEDE CONVERTIRSE EN PATRIMONIO DE LA NACIÓN

El derroche de cultura de nuestros pueblos, tiene la posibilidad de convertirse en patrimonio vivo de todos los peruanos, aquello que afirman la identidad ya no solo de un pueblo, una región, sino de todo el país, considerando la diversidad de sus manifestaciones culturales, cuyos valores se sienten a flor de piel.

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