¿SICARIATO CONTRA EL PERIODISMO?

Por Carlos Condori, antropólogo y periodista ayacuchano.
La semana pasada, se produjo un incidente lamentable, condenado por muchos, pero que, igualmente, parece aplaudido por otros. El periodista Óscar Tinoco, quien conduce un polémico programa periodístico en la radio Estación Wari, sufrió un atentado contra su motocicleta, que fue incendiada y consumida en pocos minutos a plena luz del día. Un hecho sumamente condenable, contra un hombre de prensa que ejerce diariamente el periodismo, y que merece una investigación profunda por parte de la Policía Nacional y el Ministerio Público.
Por cierto, cada periodista y medio de comunicación tiene su línea editorial y su manera de abordar el periodismo, que, teniendo la verdad como fundamento básico y elemental, tiene derecho a una opinión propia; una opinión que debe ser respetada, como la de todas las personas. Dicha opinión, que igualmente, tiene que mostrar respeto hacia las personas y, sobre todo, hacia la ciudadanía que, finalmente, consume la producción periodística.
Lo cierto del caso es que las diferencias surgidas al interior del Frente de Defensa, como consecuencia de su último congreso eleccionario, han dividido posiciones, lo que ha llevado a un sector a expresar su opinión sobre el periodista Tinoco, cuestionando la actual gestión del FREDEPA. En respuesta, los actuales directivos del Frente de Defensa han cuestionado la labor del periodista, señalando, entre otros, que había tenido ingresos económicos en el Ministerio de Trabajo, cuando Iván Maraví fue ministro de Estado en el gobierno de Pedro Castillo. En realidad, ese cuestionamiento no tiene mayor asidero, ya que un profesional, con la confianza otorgada, puede asumir responsabilidades con sueldos mayores, más aún cuando un ministro cuenta con una remuneración superior a los 30 mil soles. Por lo demás, «destapes» de órdenes de servicio lo ubicarían próxima o muy próxima al gobernador regional y a la municipalidad de Huamanga.
En realidad, estos últimos carecen de poca lógica, considerando las distancias que existen entre la línea editorial de Estación Wari y la gestión de Wilfredo Oscorima, quien no permitiría comportamientos disfuncionales en sus periodistas o concesionarios.
Esta situación no ha permitido una condena unánime al atentado sufrido, que, por cierto, ha enfrentado a dos sectores dentro del Frente de Defensa, teniendo en cuenta también que el FREDEPA integra hoy la representación nacional del SUTEP en Ayacucho y ha condenado, por primera vez, al MOVADEF como organización y propuesta política pro senderista, lo que ha puesto en vilo a algunas personas, obligándolas a definir sus actuaciones al interior de una organización social como es el Frente de Defensa.
Estas diferencias, que son evidentes, deben llevarse más bien a un comportamiento medido en la actual representación del FREDEPA, que ha calificado a Estación Wari como «estación wayqui» y al periodista como «locutor aprendiz», lo que responde a una intolerancia e impulso desmedido de su presidente, quien ha hecho de la confrontación un estilo de trabajo que no ayuda en absoluto a buscar consensos, obligando a las autoridades a una concertación permanente y, por tanto, a resolver los problemas existentes.
Las discrepancias constituyen realidades normales que deben ser asumidas como tales, más aún si se es parte de proyectos políticos diferentes, que no pueden atentar contra la libertad de prensa y expresión, que es un derecho fundamental en estos tiempos, sobre todo para tener la verdad y responder desde el interés ciudadano.
Es hora de observar la realidad con toda la objetividad del caso y considerar las circunstancias sociales y políticas actuales. No hay lugar para la mordaza; por el contrario, es necesario expresar solidaridad con Oscar Tinoco y solicitar una investigación profunda y sanción ejemplar.