¿ADIÓS CAMPO EXPERIMENTAL Y ADIÓS AEROPUERTO?

Por Carlos Condori, antropólogo y periodista ayacuchano.
En la semana pasada hemos recibido noticias que, sin duda, generan incertidumbre en la ciudadanía, entendiendo que vivimos en una ciudad no solo histórica, sino que también cuenta con instrumentos de gestión, dada su condición de ser una de las cinco ciudades patrimoniales del país. Esta patrimonialidad, que probablemente por razones de tiempo e iniciativa no se considera como la de Arequipa, Lima o el Cuzco como patrimonio mundial, ha sido perjudicada porque lo mejor que teníamos como centro urbano del Perú ha sido destruido en los últimos cincuenta años, como consecuencia de un crecimiento indiscriminado y desordenado, junto a una falta de identidad increíble.
Se han presentado casos como el recién construido hospital de Ayacucho, que sigue manteniendo su condición de 2.2, a pesar de su gran infraestructura y equipamiento, que no solo está subutilizado, sino que además presenta graves deficiencias. Ese hospital requiere al menos cuatro hectáreas más para instalaciones oncológicas y otras, que al parecer serían almacenes. Como siempre, hay referencias nada planificadas y pensadas, y como tal, se menciona una intervención sobre los terrenos del Instituto Nacional de Investigación Agraria (INIA).
Pero el asunto no se limita a ese nivel, sino que con la presencia del propio presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, y el gobernador Oscorima, se están considerando otros planos en el íntegro de los terrenos actualmente destinados como centro experimental de investigaciones en materia agraria y ganadera, que seguramente cumplen tal función y que es materia de evaluación de entidades como el capítulo de ingeniería del colegio respectivo o la propia facultad de ciencias agrarias de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga.
El tema, sin embargo, no se agota a este nivel, sino que desde la oposición que siempre existe, la modernización del aeropuerto Alfredo Mendívil no debería llevarse a cabo, dado que se encuentra muy próximo al hospital, y existe malestar entre los pobladores de la zona (habría que preguntar a los ciudadanos de los distritos colindantes del actual aeropuerto Jorge Chávez o del aeropuerto Velazco Astete del Cuzco).
Hasta ahí la radiografía. Pero ¿qué quiere decir todo esto?, por un lado, una propuesta de crecimiento nada prevista en el hospital y, por otro, la intervención o desaparición total del campo experimental y, finalmente, la negación del aeropuerto de Ayacucho. Ninguna de estas es parte del Plan de Desarrollo Integral de la ciudad de Ayacucho, salvo el área del INIA, que aparece como zona agraria. Zona agraria que bien puede cambiar su naturaleza de uso, como ocurrió con el hospital, y que mantiene tal condición simplemente por el uso actual, que no considera el crecimiento urbano en los próximos 20, 30 o 50 años.
En otras palabras, acciones de unos y oposiciones de otros que no tienen mayor sustento técnico y no se ajustan a los instrumentos de gestión o las tendencias existentes en el desarrollo de ciudades como Ayacucho. No es posible que un hospital llamado a ser 3.1 no solo mantenga su condición anterior, sino que requiera ya de nuevas áreas. Ayacucho precisa de áreas verdes recreacionales, que no son precisamente experimentales y que bien pueden realizarse en los inmensos territorios rurales de alta producción existentes en el norte, centro, sur y VRA de Ayacucho. Estos últimos, inclusive, pueden funcionar como grandes escuelas para cientos y miles de jóvenes que requieren mayor calificación para su trabajo productiva agraria. Y, finalmente, la construcción de los aeropuertos no constituye un pan de hoy, sino una planificación futura, porque se requerirá un aeropuerto de mayores dimensiones. No va ni la improvisación, tampoco la oposición por la oposición, que no ayuda.