CRISIS EN LOS COLEGIOS PROFESIONALES

Por Carlos Condori, antropólogo y periodista ayacuchano.
Se entiende que el mayor capital que posee cualquier sociedad son sus profesionales, quienes han logrado alcanzar los niveles educativos más altos que los comunes ciudadanos. Que todos provienen de instituciones universitarias del país y, en el caso ayacuchano, en su mayoría son san cristobalinos. En consecuencia, la sociedad en general espera no sólo comportamientos ejemplares en estos ciudadanos con formación académica superior, sino también contribuciones al desarrollo del país, regiones, provincias, distritos y comunidades, desde los más próximos hasta lo más alejado que podemos tener.
Sin embargo, toda esta expectativa respecto a los profesionales, gran parte de ellos hoy con maestrías y doctorados, termina relativizando esta expectativa. Esta situación se puede observar en el estado actual de los colegios profesionales, particularmente en algunos, como el de los ingenieros, por ejemplo, quienes, de liderar comunidades de técnicos calificados, han exhibido lamentables fragilidades institucionales que, en muchos casos, terminan en procesos judiciales interminables.
Es el caso de trabajadores sociales, enfermeras, profesores y, ahora último, ingenieros. En este último caso, las elecciones no se llevaron a cabo con la transparencia e institucionalidad del caso y, por lo tanto, han sido objeto de anulación del proceso. Sin embargo , la lista «ganadora» ya se ha posesionado de los locales institucionales y comienza a designar juntas transitorias, en busca, por cierto, de resultados electorales favorables.
En muchos casos, estos conflictos interminables se producen en las esferas nacionales, como es el caso de enfermeras y trabajadores sociales, a pesar de que en las regiones han logrado mantener una unidad institucional que, sin embargo, pone en cuestión toda la institucionalidad profesional y deja de ser un referente para la sociedad, que espera mucho más de sus ciudadanos con mayor calificación académica.
Lo que ocurre con los colegios no es exclusivo de profesionales, sino que se reproduce en todas las instancias de la sociedad civil organizada. Si bien no se manifiesta en conflictos abiertos, han perdido la importancia de asumir liderazgos o de ser actores importantes en el contrapeso social al papel de las autoridades y del Estado en general.
En el caso de los profesionales, que son referentes necesarios para la laboral operativa y administrativa del Estado, han pasado a ser parte del común; sin embargo , su importancia no solo tiene que ver con esa otra parte de la sociedad, sino que las propias organizaciones sociales requieren todo soporte técnico que de fuerza, razón y convicción a la exigencia de derechos.
En consecuencia, el papel de los colegios resulta fundamental, pero en las condiciones actuales muestran fragilidades institucionales; pero, además, su condición de referentes en la sociedad es necesaria para un equilibrio social.
Esta situación debería llevar a una mayor reflexión sobre los liderazgos llamados a resolver los problemas presentados. No se trata únicamente de sus colegios, sino de la importancia que su institucionalidad tiene para toda la sociedad. Esta realidad debe entenderse, ya que los colegios profesionales no solo son de incumbencia para quienes forman parte de esa comunidad, sino también para los ciudadanos, quienes debemos advertir una mayor responsabilidad en quienes asumen el liderazgo de estas instituciones, que son trascendentales en la vida social, económica, política y cultural de las sociedades.