Un Perú digno
Por Alfonso López Chau, rector de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI).
EN ESTE BICENTENARIO: SUPEREMOS LA ÉTICA DEL MERCADO CON UNA ÉTICA SOCIAL DE COOPERACIÓN Y SOLIDARIDAD – LÍDERES CORRUPTOS GENERAN SEGUIDORES CORRUPTOS
Este 9 de diciembre se conmemora el Bicentenario de la Batalla de Ayacucho, batalla que consolidó la liberación de nuestro país de la dominación colonial española y, con ello, permitió el surgimiento de Estados libres e independientes en América Latina. Habiendo pasado 200 años de esta gesta, nos permitimos cuestionarnos qué hemos logrado como Estado y nuestra manera de hacer nación; siendo nuestra conclusión nada satisfactoria para nuestro sueño de construir una nación peruana descentralizada con presencia económica y cultural a nivel mundial. En ese sentido, presentamos los siguientes lineamientos u orientaciones de gobierno que parten de dos objetivos centrales complementarios: culminar la construcción de la nación peruana, y otorgar todo el poder a las regiones para conquistar los mercados del mundo. Los siete lineamientos son los siguientes:
- Diálogo para la regeneración moral. Para quienes afirmamos la subordinación de toda actividad humana a los valores del espíritu, existen la verdad, la justicia, la solidaridad y la libertad. Estas constituyen el cimiento de la sociedad y de las naciones que progresan. Los valores ennoblecen la actividad política, sin ellos los sistemas se convierten en una maquinaria fría que corrompe el alma de la sociedad. Y se corrompe el alma de la sociedad cuando la prepotencia, el chantaje, la corrupción y la mentira dejan de percibirse como vicios reprobables para pasar a ser costumbres tolerables. Se corrompe a la sociedad cuando los seres humanos son inducidos a menoscabar su dignidad a cambio de prebendas. La crisis moral de un pueblo ha sido percibida por la historia como una desgracia mucho más grave que las crisis políticas o económicas, más graves incluso que una derrota militar, porque casi siempre la antecede.
Cuando el pueblo y sus élites están premunidos de una ética superior se puede salir en corto tiempo de una derrota; cuando la crisis es moral, no. Aunque de una crisis moral todos somos responsables, como en la parábola de los talentos, unos son más responsables que otros. Líderes corruptos auspician seguidores corruptos, líderes prepotentes tendrán seguidores prepotentes.
La mayor enfermedad que amenaza a un pueblo organizado es el debilitamiento gradual de las costumbres, el rebajamiento del espíritu y la mediocridad de los gustos. Por eso, el Perú necesita con urgencia construir una ética de la gobernabilidad. Le es imprescindible obtener acuerdos referidos a valores compartidos por todos, que superen la ética del mercado a través de una ética social de cooperación y solidaridad de alternancia y división de poderes. La regeneración moral de la nación es urgente para construir compromisos éticos que regulen la armonía social con valores superiores.
2. Diálogo para el crecimiento económico y la expansión del aparato productivo.
Amartya Sen, premio nobel de economía y D. Wolfenson, ex presidente del Banco Mundial, en un artículo conjunto firmado en mayo de 1999, al iniciar los problemas del desarrollo, sostenían que existen sobre el tema dos perspectivas encontradas. Una que privilegia una forma práctica, que acentúa los sacrificios en que se debe incurrir, que aboga por una medicina macroeconómicamente fuerte, frecuentemente acompañada por una casi calculada desatención de las necesidades sociales urgentes. El otro enfoque considera al desarrollo como un proceso basado en un intercambio con beneficios recíprocos, complementado con un sistema de protección social, libertades y leyes que funciones, así como con sistemas judiciales que inspiren la confianza y el respeto de los ciudadanos.
No hay pues estabilidad macroeconómica duradera, con inequidad social. La producción y la distribución, son las dos caras de una misma moneda: la reproducción social del sistema. La superación de estos dilemas se supera con un modelo de acumulación que ahorre y genere divisas. Es decir que importe para exportar y exporte para importar en un modelo de acumulación creciente.
En el balance general hemos sostenido que entre los desafíos más importantes a superar se encuentran los siguientes aspectos, del total de empresas del Perú, el 99.3% son micro y pequeñas empresas, de las cuales ocho de cada diez son informales. Si no queremos que estas cifras aumenten, debemos atender a los 428 mil 350 jóvenes que año a año se incorporan al mercado laboral (INEI, 2023).
Con este pavoroso desequilibrio social, aunque se alcance esporádicamente el equilibrio fiscal, difícilmente una economía podría reproducirse sanamente. Los peligros latentes de violencia social, inseguridad y crisis ambiental, y la intensificación de los problemas de hacinamiento, salubridad, educación, migración y centralismo, terminarán por minar las bases del Estado y del desarrollo al afectar su elemento central: los hombres y mujeres del Perú.
El problema es de tal magnitud que ha puesto nuevamente a la orden del día los temas de desarrollo, el empleo y la pobreza extrema, siendo el primero la tarea más importante que tiene ante sí la humanidad. Y es que no es sostenible un mundo en el que, a pesar de los asombrosos adelantos tecnológicos, mil 300 millones de personas sobreviven con menos de un dólar al día.
El Perú debe asumir una decidida política de ciencia y tecnología con el fin de aprovechar las oportunidades en capacitación, incorporación y difusión del progreso tecnológico en la planta productiva. Necesitamos descentralizar las actividades productivas y la vida nacional, fortalecer la rectoría del Estado y su capacidad orientadora.
- Diálogo para el combate a la pobreza y el fortalecimiento de una cultura de solidaridad.
Con la misma intensidad con que ha buscado la libertad, la humanidad ha luchado siempre contra la injusticia social y la desigualdad. Sin embargo, esta lucha no siempre ha sido realizada de la mejor manera ni ha tenido resultados óptimos. El impulso sano, por desconocimiento de las leyes económicas, ha resultado en la exacerbación de un populismo que daña la imagen misma del impulso generoso, empeorando la situación de la que se había partido. No obstante, la lucha contra la miseria es impostergable, es el aspecto más grave de nuestra realidad. Los modelos e instrumentos deben estar, al fin y al cabo, al servicio de las personas.
En el Perú, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística e Informática (2023), existen nueve millones 780 mil peruanos en situación de pobreza que viven con 446 soles al mes. No hay país posible ahí donde la mayoría de sus habitantes carece de lo elemental. Nunca ha sido cierto que el capitalismo se construye con menos, expulsando y marginando la fuerza de trabajo; el capitalismo, el desarrollo, las naciones, se construyen con más, incorporando a la mayor cantidad de personas a la producción para responder a los desafíos del desarrollo.
Es necesario pasar de un Estado limosnero a un Estado solidario. El Estado moderno no puede ser jamás un Estado paternalista. El paternalismo, al devenir en clientelismo político, ofende finalmente al depositario de la ayuda, pero empequeñece más a quien la otorga. La pobreza material no se puede combatir empobreciendo el espíritu del que da y del que recibe.
- Diálogo para la descentralización de la vida nacional.
La descentralización es el reclamo más sentido de los pueblos del interior del Perú. El centralismo y su expresión simbólica (Lima) han convertido el tema en un asunto primordial para el desarrollo de nuestro país. En lo político, la descentralización implica redistribuir las competencias entre los distintos niveles de gobierno; en lo económico, debe apuntar a una producción, distribución y acumulación más equitativa entre las diversas zonas del país; y, en lo cultural, debe afirmar que la centralización es el mayor obstáculo para la realización de nuestro proyecto nacional.
La descentralización no es un acto paternalista y tampoco es dispersión ineficiente. Es un acto de justicia. Tiene el desafío de mostrar que es la forma más eficiente de una estrategia nacional para la competitividad de la nación. Una descentralización no dispersa afirma el proyecto nacional, no lo niega.
El Estado, entonces, no abdica de su papel rector de cohesionar aglomeraciones dinámicas dentro de la estrategia nacional de desarrollo. Cobra sentido en este marco afirmar todo el poder a las regiones para conquistar los mercados del mundo.
- Diálogo para la recuperación y ampliación de nuestra vida democrática.
Nuestra vida republicana ha oscilado entre el autoritarismo y el asambleísmo. Muchas de nuestras instituciones civiles, políticas o gremiales parecen transitar por el mismo péndulo. Cada una de ellas surge como respuesta al agotamiento de la otra. La democracia que deja de ser eficiente, que no logra responder a los cruciales problemas de nuestra economía, casi siempre deviene en asambleísmo, en ausencia de dirección, en ingobernabilidad estructural que alienta la presencia del autoritarismo para restaurar el orden y la disciplina perdidos. No obstante, la respuesta al autoritarismo no radica en el democratísimo ni en el asambleísmo sino en el ejercicio moderno de la autoridad, y este no es otra cosa que el ejercicio democrático de la autoridad sustentado en valores y principios aceptados y respetados por todos. Autoridad no es autoritarismo. La primera es una necesidad del orden social, emana de él; el segundo es un exceso que daña y emponzoña el ambiente social.
- Diálogo para el fortalecimiento de la identidad nacional y búsqueda del consenso en torno al proyecto nacional
La nación, en la afirmación que hacemos nuestra, “no es un fin en sí (…) es un medio altísimo, necesario, pero medio, para la realización del fin supremo: humanidad”. Según esta forma de ver el mundo, las naciones son los individuos de la humanidad, así como los ciudadanos son los individuos de la nación.
Pero, lamentablemente, el Perú no es todavía una nación. Es una nacionalidad en formación. Certera y profunda afirmación de Mariátegui con la que, a su modo y a pesar de sus diferencias, coincidieron Basadre, Haya y Víctor Andrés Belaúnde. Nuestras clases dirigentes, nuestras clases dominantes, en provecho de sus propios intereses, tenían la obligación de involucrar en su estrategia a la mayor parte del país. Valores ancestrales de disciplina, laboriosidad, trabajo comunitario o grupal fueron recuperados por otros países e incorporados a su estrategia de desarrollo como cimiento cultural.
El Perú es, por eso, más Estado y menos nación. Nación es alma, espíritu, es meta común, es acuerdo en lo fundamental. Buscar la modernización de su tejido social y trabajar por su unidad en ninguna parte ha significado no reconocer la diversidad; porque unidad no es unanimidad, implica, por el contrario, diversidad. Y no es solo por razones morales que debe rescatarse la nación, es también por razones de economía, por razones de proyecto nacional que se debe propiciar la transformación de la sociedad y reformar el Estado para, en el mismo impulso, afirmar el país y alcanzar nuestra propia forma de lograr el progreso.
- Diálogo para la cooperación, la solidaridad y la competitividad.
El enfrentamiento irreconciliable de las ideologías ha contrapuesto la búsqueda de éxito personal con el concepto de solidaridad, limitando al segundo al constreñido campo del asistencialismo y la caridad. El éxito se asocia al mercado, a la competencia inmisericorde en todos los planos; la solidaridad, en cambio, a su negación, a una caridad, con unos pocos que deberán pagarlo todo a través de los engranajes de la economía. “No existe comida gratis” vociferan los defensores del dogmatismo ultraliberal sin reparar en que el mercado no es posible con una inmensa mayoría que se muere de hambre. Quienes pusieron énfasis en la igualdad y la justicia olvidaron que el hombre es más que un ser material, que no solo es una entidad económica, sino que tiene un ansia infinita de libertad. Quienes se centraron en el mercado olvidaron también que sin justicia la libertad se torna precaria y que no es libre el hombre esclavo de su necesidad.
Fomentar una cultura de la solidaridad para el éxito de las personas y alentar una cultura de éxito personal que afirme estructuras solidarias constituye, por eso, un desafío. La cooperación y la solidaridad han sido el secreto del resurgimiento de algunas naciones. Fueron los valores espirituales, articulados al valor fundamental de la solidaridad, los que permitieron este éxito. La competitividad, la cooperación y la solidaridad se han convertido en la respuesta nacional para superar rezagos en la actual economía mundial convulsionada. La cooperación y la solidaridad constituyen el cimiento cultural y moral para convertir a las naciones en competitivas.
La modernización económica del país se define en el plano de la producción, enfrentando el reto de la productividad y también en la esfera del consumo, porque mercados fuertes hacen estructuras productivas fuertes y viceversa. Un mercado nacional fuerte constituye uno de los apoyos más importantes para realizar negociaciones soberanas con el exterior. Se trata de fortalecer el mercado interno para exportar y de exportar para fortalecer el mercado interno. Se trata de otorgar todo el poder a las regiones para conquistar los mercados del mundo como pieza angular para culminar el proceso de construcción de la nación peruana.