banner aqui

Las mujeres de Ayacucho, en el bicentenario.

Las mujeres de Ayacucho, en el bicentenario.

Por Susel Paredes, abogada, política y actriz peruana.

Ayacucho es el bastión heroico en el cual se selló nuestra independencia, y desde donde el pueblo ha resistido a los peores tiempos de violencia en nuestro país. Se ha escrito mucho sobre la Batalla de Ayacucho, que marca nuestra liberación del sistema colonial. Esta es una batalla que nos llena de orgullo y sentimiento de peruanidad. Por ello, este artículo no será sobre mis experiencias con Ayacucho, sobre las que escribiré en su oportunidad, será sobre algunas de las mujeres más notables que han nacido o defendido Ayacucho, que merecen mucho más reconocimiento y honores.

Como es usual en los hechos más importantes de la historia, particularmente respecto de eventos militares, se ha escrito poco sobre la participación de las mujeres en esta gloriosa gesta ayacuchana. Pese a estos vacíos, hay autoras que se han tomado el trabajo de reseñar el rol de las mujeres en importantes eventos. Un ejemplo de esto son las obras de Linda Lema, quien lleva años escribiendo sobre mujeres, y particularmente sobre las heroínas de nuestras batallas de Junín y Ayacucho. Es en una obra suya en que me baso para recordar en esta fecha tan importante a María Parado, Ventura Ccalamaqui y Manuela Sáenz.

María Parado nació en Paras, en el año 1771, y es una heroína indígena de gran trascendencia en nuestro país. Vivió su niñez en Huamanga, en donde no recibió ninguna educación formal. Esto era lo más usual entre las niñas en aquella época. Pasaba sus días aprendiendo a desarrollar las tareas domésticas cotidianas. María era una mujer mestiza que hablaba muy bien el quechua, y siempre se mostró muy sensible sobre las situaciones de injusticia.

Como también era usual en ese tiempo, se casó a los 15 años, y se mudó con su esposo Mariano Bellido, al pueblo de Paras. Ahí, su esposo y ella tenían tierras en las que cultivaban tubérculos y granos, además eran ganaderos. Su posición social era acomodada.

Mientras sus hijos crecían y ellos trabajaban, comenzaba a crecer el fastidio sobre la situación nacional, sobre lo cual María no era ajena. Desde Huamanga, llegaban las voces respecto a los deseos de independencia y los movimientos patrióticos. Estos temas se discutían con fervor en la casa de María, dentro de la familia. Comenzó a llegar información especialmente respecto a mujeres que decidían unirse a las guerrillas que comenzaban a organizarse.

En el año 1820 llegó el ejército patriótico de don José de San Martín, lo cual fortaleció la organización de los grupos de guerrillas, y el militar enviado por el Virrey La Serna para controlar a las guerrillas, José Manuel de Carratalá, mandó apresar a María Parado. La actitud de María, de no quedarse “viviendo puertas adentro”, como había sido la orden de las autoridades españolas, enfureció a Carratalá. Además, se sabía que trabajaba como informante del jefe guerrillero Cayetano Quiroz, y apoyaba como correo del ejército patriótico. Esto último es muy especial en su historia, ya que enviaba cartas a su familia, que se había unido a las montoneras de Quiroz, para lo cual pedía ayuda ya que ella no sabía leer ni escribir.

En medio de estos tiempos convulsos, María Parado perdió a su hijo Tomás, quien fue fusilado por colaborar con las guerrillas. Este terrible hecho no hizo más que motivar su ánimo de vencer a las fuerzas realistas. Así, María logró alertar a las fuerzas independentistas que el ejército realista llegaría a Quilcamachay. La misiva llegó a tiempo y lograron escapar, pero en el camino quedó la carta de María, que fue hallada. Por causa del hallazgo de esta carta María fue capturada, apresada y severamente interrogada. Pero se negó a revelar los nombres de los miembros de las guerrillas y de quien la ayudaba a escribir las María fue torturada y paseada por la Plaza de Armas de Huamanga, frente a la multitud que rompía en llanto al presenciar la situación que pretendía servir de escarmiento. Pese a que se le volvió a ofrecer perdonarle la vida, con tal de delatar a sus socios, ella desistió del ofrecimiento y fue fusilada sin venda en los ojos a pedido suyo.

Ventura Ccalamaqui es incluso menos conocida que María Parado de Bellido, pero su rol organizador es especialmente revolucionario. Ella nació en Huamanga, y hablaba quechua. La situación de su familia era de pobreza, y como todas las niñas de la época, no recibió educación formal, pero destacaba por ser muy inteligente. Nació 34 años después de la rebelión de Túpac Amaru y Micaela Bastidas, y en aquel tiempo se seguía hablando de esos hechos.

Ventura, mujer pequeña y de contextura delgada, tuvo un rol fundamental al organizar a las mujeres campesinas y vendedoras del mercado, que lograron bloquear el acceso de las tropas que peleaban contra los independentistas, librándose una batalla campal en el cuartel de Santa Catalina en Huamanga. Para aquel tiempo, una rebelión de mujeres era algo impensable, ya que el espacio público era gestionado exclusivamente por hombres.

Como fue preparada para funciones de la cocina, el lavado y la venta en el mercado, aprovechó esto e hizo amistad con muchas mujeres vendedoras, lavanderas, cocineras y chicheras, con quienes conversaba e intercambiaba ideas independentistas. Con ellas fue que organizó una red subversiva, buscando pelear contra el poder realista mediante la rebelión de 1814. Entre ellas, las mujeres rebeldes hablaban sobre la figura de Micaela Bastidas y su martirio, en quien se inspiraban. Entre ellas hablaban en quechua, y organizaban sus acciones, pese a que el castigo por participar en asuntos públicos era la muerte.

Después de la rebelión del Cuartel de Santa Catalina, trató también volver a la tradición indígena de permitir la participación de la mujer en la vida pública, lo cual fue prohibido por el sistema colonial. La rebelión de Ventura fue parte de una “cadena de rebeliones que se iban sucediendo que sacudió el virreinato del Perú” (Lema 2024, p.81). El 13 de agosto de 1814, cientos de mujeres, armadas con piedras y hondas, se colocaron frente al Cuartel y Ventura las arenga para levantarse contra el destacamento español. Su proclama histórica fue “Por mi gente, por mi patria, debo enfrentar la muerte”, y con ese grito invita a su pueblo a sumarse a su causa. Finalmente, sus fuerzas lograron tomar el cuartel, amotinándose dentro en señal de rebeldía, invocando a que los hombres de su pueblo no se unan a las tropas españolas. Hay autores que señalan que este levantamiento fue en apoyo a la revolución de Mateo Pumacahua, que ocurría en Cusco.

Luego de estos hechos, se instaló un nuevo gobierno con la participación de criollos y mestizos. Pocos días después la rebelión fue controlada y los españoles retomaron el control.

Manuela Sáenz, curiosamente nació en Ecuador, pero dedicó su vida a ganar la libertad final del Perú, país donde murió. Nacida en Quito en 1798 y fallecida en Paita en 1856, tuvo un rol importantísimo en las guerras de independencia y además fue una precoz defensora de los derechos de la mujer. Lamentablemente, y como es común, la visión machista de la historia suele representarla como “la amante” de Simón Bolívar. Su rol de aliada política y mujer transgresora no era comprendido y no ha sido suficientemente reconocido en la historia.

Manuela perdió a su madre muy pequeña, y su padre, Simón Sáenz, la puso al cuidado de las monjas de la Concepción. En la insurrección patriótica de Quito, el papá de Manuela fue detenido y posteriormente se va a Panamá. Manuela fue llevada al convento de Santa Catalina, y posteriormente un 14 de noviembre de 1816 se va a Panamá en busca de su padre.

Se dice que Manuela, en ese entonces ya era una joven muy hermosa, caracterizada además por una gran independencia que incluso preocupaba a su padre. Su padre estaba interesado en que se una en matrimonio con un comerciante inglés de apellido Thorne, pero Manuela no mostraba interés. Sin embargo, el matrimonio con James Thorne fue arreglado con el papá de Manuela, quien otorgó dinero como dote por la hija como era costumbre en aquella época.

Con el compromiso arreglado, Manuela fue enviada a Lima, donde el 27 de julio de 1817 se casó en la iglesia de San Sebastián con el señor Thorne. En Lima de aquella época se comenzaban a instalar voces independentistas, que se divulgaban a través de grupos conspirativos. Así, Manuela comenzó a participar en tertulias patrióticas en las que se divulgaban y discutían ideas emancipadoras. En diversas ocasiones coincidió con Rosa Campuzano, guayaquileña que daba su casa para que se realicen las tertulias patrióticas.

Manuela Sáenz difundía las cartas que enviaba San Martín, y corría la voz de instar a quienes aún participaban como aliados de las fuerzas realistas. Al llegar San Martín a Lima, Manuela colaboró con él y con sus fuerzas, donde se volvió su amiga y consejera. San Martín condecoró a Manuela Sáenz y a cientos de mujeres más como “Caballeresa de la Orden del Sol”. En 1822 Manuela regresa a Ecuador, y se une a la causa libertaria de Quito. Tras la victoria en la batalla de Pichincha, ingresa Bolívar a Quito donde conoce a Manuela Sáenz en una fiesta. Manuela tenía 27 años y Bolívar 39.

El divorcio de su esposo, el comerciante inglés Thorne, fue muy escandaloso en la pacata sociedad limeña de aquella época. Sin embargo, ella aprovechaba su presencia en salones sociales y eventos, en los que recababa información que le servía para sus análisis políticos. Bolívar la tomaba en consideración como una gran consejera y estratega, quien gestionaba la correspondencia de los generales, labor usualmente asignada a personal de absoluta confianza militar y política. Rápidamente fue considerada una mujer con mucho poder.

Manuela participó en la batalla de Junín, con el permiso de Simón Bolívar. Este hecho llamó mucho la atención, y apareció luciendo un uniforme de hombre, sobre un caballo y armada con pistolas. La batalla de Junín fue un importante triunfo para los patriotas.

En 1824, Manuela Sáenz participó en la gloriosa batalla de Ayacucho. En la marcha hacia Ayacucho, quedó muy impactada por la pobreza de la gente. Nuevamente se mostró con uniforme, armada y montando caballo. El 11 de diciembre de 1824 se firmó la derrota española definitiva. En el parte de triunfo enviado por el general Sucre, menciona a Manuela Sáenz y su valiente rol, proporcionando vestimenta a las tropas, atendiendo a los heridos, y batiéndose a tiros con los enemigos. En su diario, Manuela escribió “Yo no parecía una mujer. Era una loca por la libertad, era su doctrina. Iba armada hasta los dientes…” (Sáenz, 2010, pp.43-44). Esta actitud le valió muchos odios, y al fallecer Bolívar se ordena que se le expulse hacia Jamaica. Ella intentó volver a Ecuador, pero el presidente prohibió su permanencia. Escapó hacia Perú, donde llegó a Paita, donde instaló una tiendita para sostenerse.

Luego de un accidente, se fracturó la cadera y nunca logró recuperarse. Anhelaba con volver a su patria. Eso no ocurrió. En Paita, recibía las visitas de todos los visitantes ilustres, como Ricardo Palma quién también visitó a la heroína. Falleció el 23 de noviembre de 1856, alrededor de los 61 años.

Estas mujeres heroicas que han nacido o peleado en Ayacucho, son las antecedentes de mujeres como Angélica Mendoza de Ascarza, cariñosamente conocida como Mamá Angélica, quien fundó la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados Detenidos y Desaparecidos del Perú- ANFASEP, fundado el 2 de septiembre de 1983, a raíz de la desaparición de su hijo Arquímides en manos del Ejército, en el marco del terrible conflicto armado interno que vivió el país.

En este bicentenario de la Batalla de Ayacucho, rindo homenaje a esta tierra y a sus mujeres, a las que vio nacer y a las que la defendieron entregando incluso su vida en ese camino.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *