banner aqui

Tenemos que aprender a escucharnos

Tenemos que aprender a escucharnos
Entrevista al Monseñor Pedro Barreto Jimeno, es sacerdote Jesuita, arzobispo de Huancayo entre el 2004 y 2024. Actualmente, presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA). Jugó un papel protagónico en la segunda vuelta electoral entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori. Conversa ahora, con AYACUCHO Y BICENTENARIO y expresa sus puntos de vista, sobre la realidad social, eclesiástica y política del país.

El pasado 6 de octubre, el Papa Francisco, anunció un nuevo cardenal en nuestro país. ¿Qué significa para usted y qué significa para los peruanos?

La elección de Monseñor Carlos Castillo Matasoglio, arzobispo de Lima, como cardenal de la iglesia católica, significa para mí personalmente y también para la iglesia en el Perú, un reconocimiento que el papa Francisco realiza. Él escoge a sus consejeros, eso significa el ser cardenal en la iglesia. El cardenal no es una dignidad, sino es un servicio mayor a la iglesia, porque tiene dos responsabilidades muy importantes. La primera, como ya he dicho, el ser consejero del papa, y segundo, que los cardenales menores de ochenta años son los que entran en el cónclave, que es la reunión de los cardenales para elegir al papa cuando renuncia o muere.

¿Cuál es su situación, monseñor, como cardenal igualmente?

Mi situación personal como cardenal de la iglesia católica es acompañar ahora la conferencia eclesial de la Amazonia. Yo estoy de presidente de este organismo importante que articula todos los esfuerzos de la iglesia en la amplia Amazonía. Son nueve países que tienen el territorio del bioma amazónico, son ciento siete jurisdicciones eclesiásticas y estamos pues en este momento animando esta conferencia eclesial de la amazonia. Yo desde el 19 de marzo de este año he dejado de ser arzobispo de Huancayo y me ha convertido como arzobispo emérito de Huancayo, pero sigo siendo cardenal de la iglesia católica.

¿Hay una tendencia nueva en la iglesia católica universal? Hay sanciones en el caso sodalicio y otros temas.

Esta pregunta, nos habla de una nueva tendencia en la iglesia católica universal, y es verdad, todo el proceso que estamos viviendo hoy con el papa Francisco es una novedad en la pastoral, pero la propuesta viene de la renovación de la iglesia desde el Concilio Vaticano Segundo, con San Juan XXIII, que inició en 1962 el Concilio Vaticano Segundo, y que continuó San Paulo VI, que terminó en 1965. En este momento podemos decir que estamos viviendo un tiempo muy especial, un regalo de Dios, que es la sinodalidad, esa espiritualidad que nos hace caminar juntos como iglesia a todos los bautizados y bautizadas como pueblo de Dios. Los obispos somos parte de este pueblo de Dios que, a ejemplo de Jesús el buen Pastor, acompañamos a nuestros hermanos y hermanas.

Hace poco nos dejó el padre Gustavo Gutiérrez, conocido mundialmente por la teología de la liberación. ¿Es esa, la nueva tendencia en la iglesia?

El padre Gustavo Gutiérrez conocido mundialmente como el autor de la teología de la liberación, fue un sacerdote diocesano que definitivamente se entregó de cuerpo entero a Cristo y a la iglesia, y por su cercanía a los pobres, vio cómo la iglesia debía enriquecer su ministerio pastoral en fidelidad al evangelio de Jesús, en esta opción preferencial por los pobres. Y esto lo refrendó el papa Benedicto XVI, el 13 de mayo del 2007, al inicio de la V conferencia episcopal latinoamericana realizada en la ciudad de Aparecida en Brasil. El papa Benedicto dijo, ante todos los obispos representantes de los veintidós países de América Latina y el Caribe, dijo textualmente, la opción preferencial por los pobres.

¿Cómo ve, desde la iglesia y, como cardenal, lo que ocurre en nuestro país, sin estabilidad y mucha confrontación social y política?

Como cardenal de la iglesia católica y desde la iglesia general, lo que ocurre en nuestro país, que no tiene una estabilidad política, hay mucha confrontación social, hay un desánimo, yo diría, generalizado, donde la corrupción está, yo diría, marcando un profundo resquebrajamiento de los valores fundamentales para vivir en una sociedad democrática y una sociedad fraterna. Pero yo estoy convencido que el Perú tiene esperanza, y tiene esperanza porque hay una raigambre religiosa muy profunda, una religiosidad que, de alguna manera, nuestro país, con tantos santos que tiene, como Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, que en medio de tantas dificultades sigue creyendo en un Perú mejor, en un Perú que realmente nos una a todos bajo una sola bandera de la justicia, de la paz, comenzando desde los más pobres.

Cada uno de nosotros, estamos en nuestros juegos particulares y, no estamos viendo el país y el futuro. ¿Qué decir al respecto?

Es verdad que cada uno de nosotros estamos en nuestros intereses personales y no estamos mirando a los demás, miramos el futuro con desesperanza. ¿Qué puedo decir ante esta situación? Lo primero es que mientras hay vida hay esperanza, y estamos muy convencidos, no solamente yo, sino un buen grupo de personas, que el Perú tiene posibilidades para poder salir de esta situación tan dura, difícil en que vivimos. Tenemos que aprender a escucharnos, a escuchar ese grito de los pobres de los que sufren, el grito también de nuestra madre tierra, nuestra Pachamama, tenemos que pensar en aquellos pueblos alejados de los andes, de la amazonia, o de los pueblos que circundan la gran ciudad de Lima, con esas periferias físicas y también existenciales.

Estamos en el año del Bicentenario, que nos dio la libertad en toda américa ¿siente que fue o es aún, una oportunidad?

Estamos celebrando el año del bicentenario de la independencia. Este bicentenario que nos dio la libertad en toda América, es en realidad un desafío y una oportunidad que tenemos para vivir en una auténtica libertad. La libertad para poder buscar el bien común, libertad para acoger también a aquellos que piensan distinto de nosotros, libertad para actuar con honestidad, libertad para también hacer sentir a todos los que nos rodean comenzando desde las familias y en todo grupo humano que la fraternidad tiene cabida en nuestro Perú, si es que nosotros nos decidimos realmente a vivir saliendo de nuestros propios intereses y pensando en los intereses de las grandes mayorías. Este es el ejemplo que nos dio Jesús, siendo pobre se nos enriqueció con su presencia, nos señaló el camino de la fraternidad, de la honestidad, para buscar juntos el bien de todos peruanos y peruanas.

¿Cuáles son los grandes problemas que deben ser abordados?

Los grandes problemas que deben ser abordados no solamente por los políticos, sino también por los empresarios, los trabajadores, todos, absolutamente todos, es la pobreza, esa pobreza, esa pobreza extrema. Tenemos que reflexionar sobre las causas que nos lleva a esta situación y, en gran parte la corrupción que nos está llevando a estas situaciones nocivas, cuyas consecuencias afectan más a los más pobres. Estos problemas tienen resolverse mediante el diálogo, sincero, transparente, respetuoso entre todos los actores de la sociedad.

¿Qué papel nos corresponde a los ciudadanos?

La responsabilidad de los ciudadanos es muy grande, no solamente por el hecho de elegir a las autoridades, sino también porque son ellos los actores de una nueva sociedad. Los ciudadanos tienen que participar en la en la vida social, y esta ciudadanía tiene que ser reconocida también por las autoridades y en este sentido no creer que el ciudadano solamente cumple su responsabilidad el día del voto en las elecciones, por ejemplo, sino más bien que todos los días haya testimonio de honestidad, de verdad, de justicia, de hermandad, de fraternidad en todo lugar donde estemos. Esta es, yo diría, la ciudadanía más importante porque somos los ciudadanos, aquellos que compartimos una ciudad para buscar no solamente el desarrollo personal de cada uno, sino sobre todo de aquellos que están al margen de la sociedad.

¿Qué papel corresponde a la iglesia en la situación en que vivimos?

La iglesia católica siempre se ha caracterizado por una actitud, yo diría, muy importante de anuncio del evangelio de Jesús. La iglesia está llamada a anunciar a Jesús muerto y resucitado, es un Cristo que vive, y en la iglesia peruana desde los inicios de la evangelización hemos tenido momentos, yo diría, de grandes compromisos en favor de las causas nobles del país. También tenemos que reconocer como iglesia peruana que hemos tenido limitaciones y fallas bien graves, pero que definitivamente la cultura peruana necesita también reconocer que la iglesia ha ayudado enormemente y sigue ayudando a que la cultura sea una cultura del encuentro, una cultura de paz, una cultura de la honestidad, y una cultura que definitivamente nos fortalezca la esperanza.

¿Qué decirle en estos doscientos años de vida republicana al Perú?

Estos doscientos años de vida republicana es un momento muy importante para reflexionar sobre la historia que hemos recorrido, una historia larga de sufrimientos, de alegrías, de esperanzas, de logros, de fracasos, y que, al mismo tiempo, también nos presenta hoy grandes desafíos que enfrentamos como país. Se puede destacar, yo diría, la importancia de la unidad en la diversidad que vivimos en el Perú. El Perú es un país multicultural, un país rico en biodiversidad. Es un país que tiene costa, sierra y selva, y es fundamental también recordar los logros alcanzados en diversas áreas de la sociedad, pero además es un buen momento para fomentar el diálogo entre todos los sectores de la sociedad.

¿Qué decirles a regiones como Ayacucho?

En este bicentenario de la República, la ciudad de Ayacucho tiene un significado muy especial. Por eso yo les digo al pueblo ayacuchano que este bicentenario de la república es un momento muy importante de reconocer la rica historia y la profunda cultura que Ayacucho representa para el Perú y para el mundo. La lucha y la resistencia por la libertad es un testimonio inestimable de la fortaleza de su gente. Es en momento para celebrar no solo estos doscientos años de independencia, sino también la identidad única que han forjado a lo largo del tiempo. Ayacucho es un símbolo de la diversidad de la riqueza cultural, y su contribución en la historia del país es verdaderamente muy valiosa. Tenemos recuerdos muy gratos; yo viví tres años en Ayacucho y puedo dar fe de la profunda religiosidad del pueblo ayacuchano. Ayacucho, sigue siendo para todos nosotros, un lugar muy especial.

Un mensaje final, monseñor, en este bicentenario.

En este bicentenario de la independencia del Perú debemos reconocer nuestra rica historia y la diversidad cultural, racial, social, económica, religiosa que nos une. Este momento es importante para recordar también a aquellos que sacrificaron sus vidas y lucharon por nuestra libertad, y tenemos que honrar su legado. Tenemos que vivir también el presente, este presente doloroso, este presente también inquietante, donde puede estar presente mucho desánimo que, de alguna manera, nos deprime ante una situación que, al parecer, es inviable en la unidad de toda la población peruana. Sin embargo, tenemos que unirnos como se unieron hace doscientos años nuestros compatriotas por la causa de la libertad. Esta libertad que tenemos que dar gracias a Dios, porque tenemos esperanza. Construyamos un futuro mejor para todos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *