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Cayetano Quirós: El sentimiento nacional patriota, desdibujada

Cayetano Quirós: El sentimiento nacional patriota, desdibujada
Por Marcelino Hinostroza Palomino, presidente del Centro Cultural Cangallo. Director de la revista «Los Morochucos».

En el proceso independentista peruano amplio y complejo, necesariamente tiene que entenderse desde la perspectiva continental y en el contexto específico de la acción colectiva popular, desde las partidas guerrilleras que constituyeron un elemento vital, para asegurar la victoria del ejército libertador. San Martín promovió la creación de estas partidas, los realistas también lo hicieron. Así; en el espacio ayacuchano, los indígenas fueron codiciados por ambas fuerzas en conflicto, coyuntura, intereses y dinámica bélica que merece otro análisis profundo, como es el caso particular de los huantinos iquichanos.

Muy al margen del desprecio e invisibilización de la historia oficial, sobre la participación popular activa en la liberación nacional, de ningún modo, a la luz de investigaciones actuales, se puede negar la personalidad histórica real de los insurgentes patriotas, principalmente a los integrantes de las milicias ya existentes, con una eficiente experiencia guerrillera, muchos de ellos participantes de movimientos insurgentes que se produjeron a lo largo de la dominación española, principalmente desde la rebelión de Huánuco de 1812 y la revolución del Cusco de 1814.

Existe una cantidad impresionante de personajes, líderes indígenas, mestizos y criollos, por mencionar algunos: Francisco de Pau[1]la Otero, Francisco de Vidal, Marcelino Carreño, José María Guzmán, Ignacio Quispe Ninavilca, Alejandro Huavique, Juan Evangelista Vivas, Bruno Terreros, Félix Aldao, Pardo de Zela, Cayetano Quirós, etc. Estos líderes guerrilleros tuvieron un rol importantísimo, en convencer, aglutinar y mantener la unidad de sus integrantes insurgentes, en un contexto complejo y de crisis económica, más allá del carácter social de sus protagonistas, todos debían auto sostenerse y presentarse con su propia bestia y se pertrechaban autónomamente; no tenían sueldos, menos privilegios.

Gran parte de ellos, procedían del pueblo llano, al decir de Gustavo Montoya, era “… un conglomerado social donde no se puede hablar de cohesión ideológica y sin una cultura política estructurada, donde predomina en este grupo humano la fragmentación, era voluble e inestable…”, obvio, procedían del sector social subalterno con diferencias raciales, sociales, económicas, culturales, políticas y regionales, así, en este proceso y lucha por la independencia, se fue forjando y consolidando, un proyecto nacional multiétnico que puso las bases de la conformación Estado-nación peruano.

En este escenario, la adhesión de las fuerzas guerrilleras de los cangallinos morochucos, con una singularidad particular de experiencia riquísima y decididamente libertarios, venida desde su participación en la revolución cusqueña de 1814, contaba con una respetable instrucción especializada, una organización interna articulada y disciplina castrense, en continua revolución contra el sistema colonial. Los contactos y vínculos vigentes con los patriotas argentinos, los tenían bien informados sobre el desembarco de San Martín. Así, los morochucos se habían anticipado en convocar a los pueblos a la causa de la Independencia, principalmente en la ruta de llegada del ejército libertador liderada por el general Álvares de Arenales, para luego hacerse de la vanguardia en su ingreso efusivo a Huamanga, el 31 de octubre de 1820.

En este contexto revolucionario, aparece el líder guerrillero afroperuano Cayetano Quirós, (muchos investigadores sostienen su origen iqueño y otro, como ayacuchano) un esclavo fugado, admitido como jefe guerrillero con respaldo directo de San Martín, desarrolló un tremendo capital político y reputación reconocida, ganándose un status privilegiado con los mandos patriotas. Quirós, al igual que otros negros y mulatos cimarrones como José Zapata, alias “El Palomo”, movilizaron a los esclavos de las haciendas costeñas contra el ejército español. Su milicia selecta y compuesta con más de 150 hombres y algunas mujeres, fue la más atrevida y la más terrible partida guerrillera que puso en jaque a la capital limeña y su aristocracia. Presionó cercándolos, rindiéndola y obligando a los realistas abandonar dicha ciudad. Cumplió misiones especiales en Chancay, Manchay, Cañete, Yauyos, Jauja, Huánuco, Cangallo, Pataz, Nazca, Canta. En esta última, derrotó a una partida realista del regimiento Alejandro, hiriendo al mismo general Ricafort. Por esta acción, se le concedió su ascenso como Capitán de Caballería. Así, Quirós, se ganó el respeto, aprecio y luego la admiración del Estado Mayor de San Martín.

A finales del 1820 contactó con la milicia morochuca, con quienes ejecutaron una guerra dinámica contra los realistas, dominando los espacios estratégicos de Lima, Ica y la antigua Huamanga, principalmente en el valle del río Pampas, controlando los accesos de comunicación con el Cusco. En abril de 1822, la partida de Quirós, sufrió una derrota y los sobrevivientes son perseguidos por el general Rodil, alcanzándolos en Paras (Cangallo), donde eliminan a su esposa María. Quirós, debilitado huye hacia Ica, una fuerte persecución logra atraparlo en la playa de Puntillas, junto a su lugarteniente “Punto Fijo”, quienes después de sufrir una cruel tortura, fue fusilado el 5 de mayo de 1822, en la Plaza de La Merced de Ica.

La siguiente cita, que hacen uso muchos investigadores sobre Quirós, corresponde al expresado por el general Miller, decía que era «Hombre de grandes luces naturales, acreditado valor y de un tacto extraordinario para el mando. Si hubiese recibido una educación correspondiente, habría llegado a ser un militar sobresaliente…». (Miller, Memorias de Guillermo Miller, vol. I, p. 258.). Cayetano Quirós, el más grande entre los grandes emblemáticos líderes de la independencia, de un valor inconmensurable, es un triunfo moral, con todas las calidades de mártir y héroe nacional, que el Estado le debe su reconocimiento y gratitud, por el que debemos luchar.

Así, la clase plebeya y sus líderes, solo fue[1]ron instrumentos de batalla y no de planificación. No gozaron del reconocimiento militar, del honor y prestigio de los vencedores, por el contrario, la nueva república criolla, los traicionó, incluso eliminando sistemáticamente a algunos connotados líderes indígenas.

En este bicentenario, no hay nada que festejar, más allá de los discursos oficiales, existe un duelo permanente, un resentimiento, ira y frustración nacional.

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